jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Somos conscientes del significado de la palabra NUNCA?

Realmente es horrible;  pronunciamos esa palabra miles de veces al día pero no sabemos lo que decimos hasta un día que nos enfrentamos a un verdadero “nunca más” real.

El caso es que uno siempre tiene la ilusión de que controla lo que ocurre; nada nos parece definitivo. Por mucho que pensemos en algo, ¿de verdad lo creemos? Por ejemplo, cuando alguien se quiere suicidar, ¿de verdad lo cree? ¿De verdad es consciente de lo que implica la palabra “nunca” en esa decisión? Algún caso excepcional habrá, pero me apostaría que la mayoría de las personas que piensan alguna vez en suicidarse realmente no han sentido el impacto que implica imaginar las consecuencias de realizar ese acto.

Creo que cuando alguien toma una decisión así siente el poder de decidir y, por tanto se siente poderoso. Es una situación similar, en cierta medida, a cuando un niño coge un plato de comida y mirando a sus padres sonríe maliciosamente antes de tirarlo al suelo; en realidad sabe que tendrá consecuencias negativas pero la tentación de sentirse poderoso durante unos instantes le hace sentirse el rey de la situación. En realidad he puesto una comparación descabellada puesto que las consecuencias de un acto y otro no son de la misma gravedad pero, lo que sí que me parece similar es la sensación de poder que siente uno y otro.

Pienso que alguien que tiene intención de suicidarse en realidad lo que está reclamando es atención y cariño por parte de otras personas (sobre todo cuando lo anuncia como si fuese el acontecimiento del siglo); en cambio estoy completamente segura de que unos segundos antes de intentar suicidarse, ese “nunca más” que implica el hacerlo provoca terror en sus mentes… imagínense por unos instantes que van a desaparecer de este mundo, que todos vuestros seres queridos seguirán el día a día sin usted y que en cosa de unos años la mayoría no se acordará de usted y si lo hace será de forma eventual y superficial (hablo de años, no de días ni meses)… Es realmente aterrador imaginarnos la vida sin nuestra propia vida.

Sin embargo es cierto que, de un modo u otro ese será el fin de todos nosotros, lo provoquemos o no. Todos nacemos, despertamos después de dormir, crecemos día a día, estudiamos, trabajamos, nos ilusionamos y nos enamoramos, nos reproducimos, viajamos, bailamos al ritmo de nuestra canción favorita, sonreímos al ver a alguien que queremos, lloramos al sentir dolor; todos nos equivocamos e intentamos arreglarlo, envejecemos… VIVIMOS y, finalmente morimos.  Es como un castillo de fuegos artificiales que se apaga de golpe y, de repente, todo queda negro.

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