Mi madre me ha dicho siempre que, entre otras cosas, he sido pobre para soñar desde pequeña y, supongo que algo de razón tendría.
De niña cuando la gente se ponía a soñar a lo grande yo me sentía mal tan solo de imaginar tanto, y pensaba que si pedía algo más asequible sería más fácil que lo consiguiera... Ya veis, me olvidé de que soñar era gratis y tremendamente liberador.
Si no le damos esperanzas a nuestra vida, aunque sea en forma de sueños futuristas, ¿cómo vamos a enfrentar a largo plazo las adversidades del día a día que nos anquilosan y resultan a menudo casi insoportables?
No hay comentarios:
Publicar un comentario