martes, 30 de abril de 2013



Sin necesidad de ser director de orquesta llegar algún día a distinguir, en medio del armónico tumulto de una sinfonía, cada uno de los violines de la orquesta y saber por su sonido que tal le ha ido el día a cada violinista, si ha comido bien o no y cuántas horas ha dormido. Una vez dominada esta peculiar habilidad, aprestarse a escuchar la lluvia con idéntica atención y anotar los resultados...

No hay comentarios:

Publicar un comentario