domingo, 28 de abril de 2013



Suelo iniciar luchas contra una sociedad que me parece injusta y contra pensamientos que considero que son injustos. Me creo que me dejo la piel defendiendo lo justo… y al final me doy cuenta de que no, de que en realidad lo único que hago es luchar contra mi misma; lucho porque siempre voy a contracorriente y solo hay dos caminos que elegir sí o sí: o sigues luchando contra esa corriente que te agota tus fuerzas sin poder ya más o dejas el cuerpo muerto y te dejas llevar por la corriente. Me gusta la primera opción pero estoy muy cansada de tanta lucha en vano.

Mis gritos son mudos y mis silencios ruidosos. Soy consciente de que soy una persona especial en el mal sentido; sé que muy pocos son los que pueden valorarme en conjunto (y más aún positivamente). Muchas personas se quedan en lo superficial que muestro, de hecho es muy fácil conocerme y tratarme superficialmente. El problema viene cuando sin querer se comienza a atravesar esa barrera que de repente muestra un abismo de rarezas, peculiaridades y de prioridades. Si algo he aprendido es que todo tiene un por qué y que si somos como somos es porque tenemos una historia a cuestas en nuestra espalda que nos pesa y nos define como personas. No tengo ningún problema en reconocer que soy una persona difícil porque de hecho lo sé y muchas veces es lo que hace que me deprima y me den ganas de mandar al traste al mundo…

Últimamente me decepciono muchísimo conmigo misa porque noto como se está apoderando el conformismo en mi cuerpo, ¿pero qué hago? Parece que cuanto más intento explicarme menos me entienden las personas…

He llegado a la conclusión de que,  al menos temporalmente, simplemente quiero estar tranquila en mi realidad y que los que formen parte de mi vida me acepten tal y como soy…  pero parece que todo el mundo quiere venir a sacarme de ella, ¿tanto cuesta comprender que cada persona somos un mundo?
Venid y ponerme la anestesia general, que vienen curvas…

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