viernes, 21 de junio de 2013

Me preocupa ligeramente la última idea que queda flotando en el aire cuando dejo de escribir una temporada. Si no volviera a escribir más haría las veces de epitafio. “Mira, dejó de escribir porque dejó de amar”… tiene sentido. Escribir y publicar, que para mí son la misma cosa, requieren de un impulso parecido al que el amor proporciona. A lo mejor me desenamoré de vosotros. ¿Y os extraña? ¿Os preocupa? por supuesto que no, y me alegro.


Qué sabemos del amor… no sabemos nada, y lo que vamos aprendiendo llega la persona menos esperada que te lo desmonta con insultante facilidad. Con lo que te costó a ti aprender aquello, día a día, tío a tío, experiencia tras experiencia intoxicándote con los polvos del camino, en el camino o en el hotelito de al lado del camino. Vaya, yo quería hacer una reflexión profunda y no voy a poder.

Es preferible hablar del desamor. Si la experiencia es la madre de la ciencia de eso sabemos todos mucho porque mira que duele que vayan dejando de amarnos, o despreciándonos, o ignorándonos (eso puede que sea peor) que prendándose de nuestro ser y su armadura. Desamar a alguien será como mínimo dejar de amarlo; desamor como desafecto, desinterés, desconexión. Cuando amabas (que es un estado según dicen los entendidos parecido a una enfermedad, una fiebre o un estado de “hipoteca” mental transitoria; bien dicho esta “hipoteca” como el acto de meterse o de sorprenderse dentro del otro, en su vida, en su contexto, en sus cosas, sus sentimientos e ilusiones) pensabas: “¿dónde estará, con quién, qué estará haciendo, estará bien, pensando en mí, escribiéndome…?, y recuerdas la última vez que le viste y la anterior y la próxima y el viajecito previsto…” qué tierno resultará si eres correspondido, como cuando dices: “te quiero” y te contestan “yo más”, “yo mucho más”, “cuelga tú”, “no tú…”

Suerte (no creo que sea ninguna suerte, de hecho de todos los dolores que he sentido éste es el más intenso) que desenamorarse será sinónimo de “deshipotecarse”, de volver a tus trincheras. No confundir con el odio, que dicen que está a un paso del amor y puede que sea la más fea de sus caras, la pasión pero empeñada en hacer daño en lugar del bien, porque sigues pensando constantemente en el otro pero para cagarte en su madre (pobrecilla la madre, qué culpa tendrá la mujer). Dejemos eso para otro capítulo. ¿Me desenamoro como un verbo reflexivo, porque yo misma lo provoco? quizá pudiera forzarse como cualquier gesto o actitud… pero el desenamoramiento más duradero (que es a lo que tiende el desamor, al contrario que su opuesto) y de más garantía es el que ocurre solo, per se, sin que nadie le ayude o lo remedie. Ya no te acuerdas del otro, ya no te viene a la cabeza, ya te da igual lo que esté haciendo o con quién… Pero, ¿qué me decís cuando tienes que forzar a desenamorarte y tu mente no quiere y por tanto no lo haces?... Voy a dejar el tema porque esto me daría para otra laaaarga reflexión solo digo que, ¡buah! no le deseo a nadie que lo experimente, es horrible.

Y si todo esto no hay quien lo controle o lo remedie, qué somos, ¿víctimas del azar, del destino, de la inercia, el capricho y la sinrazón? ¿Haremos lo posible entonces para no volver confiar en el amor?


Tras varios días sigo buscando lo mismo: El silencio… Respirar, sentir y descansar. Todo lo demás, por ahora, es superfluo.


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